La inmunización pasiva proporciona una inmunidad transitoria cuando no es posible disponer de vacunas para la inmunización activa, o cuando las vacunas no han llegado a ponerse antes de la exposición a la infección.
Consiste en una solución concentrada de anticuerpos, sobre todo de los llamados gammaglobulina G o inmunoglobulina G (IgG). Se obtiene a partir de plasma de donantes sanos.
Tras su administración intramuscular, deben transcurrir al menos 48 horas antes de que los niveles de anticuerpos en el suero alcancen su máximo valor. Por ello, la globulina inmune debe administrarse en el plazo más corto posible después de la exposición a la infección. Su vida media en el plasma es de unas 3 semanas.
Indicaciones. La globulina inmune puede utilizarse como profilaxis frente a la hepatitis A, el sarampión, el déficit de inmunoglobulinas, la varicela (en pacientes inmunodeprimidos, cuando no se dispone de inmunoglobulina antivaricela-zóster) y la exposición a la rubéola en el primer trimestre de la gestación.
Inconvenientes
Se prepara a partir del plasma de personas que presentan títulos altos de anticuerpos específicos frente a algn microorganismo.
Se obtiene de donantes hiperinmunizados artificialmente o de personas convalecientes de infecciones naturales.
En la actualidad existen globulinas hiperinmunes específicas frente a enfermedades como la hepatitis B, la rabia, el tétanos y la varicela-zóster.
Su administración es dolorosa y puede provocar anafilaxia (choque anafiláctico).
Se desarrollaron para obtener dosis muy grandes y repetidas de gammaglobulina o globulina inmune.
La globulina inmune i.v. es el producto de elección para muchas inmunodeficiencias de la infancia, así como para el tratamiento y la profilaxis de ciertas infecciones bacterianas y víricas graves en pediatría, como:
La administración de todas las preparaciones de globulina inmune i.v. es indolora (una vez establecida la vía i.v.) y sus efectos indeseables son poco frecuentes.