El aneurisma es un debilitamiento de la pared de un vaso sanguíneo con una subsiguiente dilatación del mismo.
Esta situación le hace perder sus características de elasticidad y puede romperse y sangrar por diferentes causas. A veces las causas son congénitas y otras veces se van produciendo durante la vida de las personas.
El aneurisma aparece como un saco relleno de sangre al lado de un vaso normal y unido a éste por un estrecho conducto. Los más frecuentes se encuentran en la base del cerebro. Al romperse aparece la complicación más frecuente que es la hemorragia subaracnoidea (hemorragia debajo de la aracnoides - una de las tres meninges -), lo que produce compresión del cerebro y déficits neurológicos.
Los aneurismas afectan al 5% de la población pero la hemorragia solo afecta a 4 de cada 100.000 personas.
Los síntomas de la ruptura son:
El diagnóstico se realiza mediante el TAC (tomografía axial computarizada), examen del líquido cefalorraquideo, y arteriografía cerebral.
El tratamiento preventivo de un aneurisma es difícil ya que no da síntomas antes de hacer la hemorragia.
Una vez roto el tratamiento es quirúrgico para intentar coagular o clampar la rotura producida en el vaso.
El 25% de las hemorragias por aneurismas son mortales en menos de 24 horas, el 50% del resto suelen dejar déficits por las lesiones cerebrales producidas en el cerebro, tanto por la hemorragia como por la coagulación de la zona.