Un ictus o accidente cerebro vascular (ACV) por aterosclerosis es la pérdida de las funciones neurológicas por falta de riego sanguíneo al cerebro debido a la presencia de placas de ateroma.
La arteriosclerosis del tipo aterosclerosis es muy frecuente y es la causa de más de la mitad de los accidentes cerebro vasculares.
La aterosclerosis se produce por el acumulo de tejido graso y otras sustancias en las paredes internas de las arterias, que estrechan el paso de la sangre y además las hacen más rígidas y menos elásticas.
En ocasiones, la rotura de una placa ateromatosa puede producir pequeñas lesiones y coágulos que se desprenden y van circulando produciendo embolismos de tejido circulante.
Cuando la arteria se estrecha el coágulo queda encajado produciendo un cierre total del paso sanguíneo y, secundariamente, un sufrimiento por pérdida de irrigación de la zona comprometida de este vaso sanguíneo.
Cuando esta zona es en el área cerebral se produce el ictus o accidente cerebro vascular.
Los síntomas principales de un ACV dependen del vaso sanguíneo que se haya dañado en el cerebro, y pueden incluir:
En el momento agudo se debe plantear un estudio diagnóstico para precisar un tratamiento inmediato del cuadro con:
Ante la sospecha de un ictus o accidente cerebrovascular es muy importante acudir rápidamente a un centro hospitalario.
Es recomendable llamar al número de emergencias para ser direccionado a un centro hospitalario que cuente con los especialistas y equipos necesarios para manejar un ictus y evitar perder tiempo valioso.
Este tiempo es imprescindible para poder hacer un diagnóstico y tratamiento inmediato, lo cual puede condicionar en gran medida la resolución y/o recuperación de los síntomas.
El tratamiento más efectivo para un ictus o accidente cerebro vascular es la trombolisis endovenosa mediante el suministro de rTPA, que es un medicamento que trabaja disolviendo el coágulo causante del problema.
Si este medicamento se recibe dentro de las 3 primeras horas después del inicio de los primeros síntomas, puede ayudar a prevenir los problemas permanentes.
Sin embargo, hay un riesgo de sangrado importante con este tratamiento por lo que no se puede utilizar en todos los casos.
Los pacientes no susceptibles de este tratamiento se les da un tratamiento anticoagulante (Heparina) o antiagregante plaquetario (Aspirina® o Clodiprogel), medicación antihipertensiva y medicamentos hipolipemiantes.
Para la recuperación se precisará de una rehabilitación motora y del habla que debe iniciarse desde el comienzo de la enfermedad.
Además, se debe vigilar el estado de ánimo de la persona, pues tanto la ansiedad como la depresión son frecuentes por el cambio radical en el estilo de vida que suelen presentarse después de un ACV.
Un 25% de las personas que sufre un accidente cerebrovascular recupera la mayoría o todas sus funciones.
Después, hay porcentajes diversos para las diferentes secuelas.
Se debe de mantener el tratamiento con anticoagulantes, antihipertensivos e hipolipemiantes de por vida.
Se recomienda actuar sobre todos los factores de riesgo que puedan generar un nuevo ACV:
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