Un ictus, también conocido como accidente cerebro vascular (ACV), es una afección que ocurre cuando se interrumpe de forma repentina el flujo sanguíneo al cerebro.
El ictus es una enfermedad vascular que afecta a las arterias del cerebro o que llegan al cerebro.
Por diversas causas, las células del cerebro quedan sin oxígeno y pierden su función, apareciendo cuadros de parálisis de medio cuerpo, trastornos del habla, etc.
Los ACV siempre están entre las causas más frecuentes de muerte en adultos en la mayor parte del mundo, aunque se pueden presentar también en niños y jóvenes.
Además, las personas que sobreviven pueden presentar diferentes grados de discapacidad, en muchas ocasiones, permanente.
Los ictus o accidentes cerebro vasculares (ACV) se dividen en dos grandes grupos:
Los síntomas dependen de la arteria que se obstruya o se rompa. Además, en el caso de los ACV hemorrágicos, los síntomas se relacionan con las partes de cerebro que se inflamen por el exceso de sangre ejerciendo presión.
La diferencia entre un ACV isquémico y uno hemorrágico suele ser que este último se presenta de manera súbita, aunque a veces no son fáciles de diferenciar solo por los síntomas porque una embolia (desprendimiento súbito de un pedazo de coágulo que va a taponar una arteria) también puede ser repentina.
Dependiendo del vaso sanguíneo dañado en el cerebro, los principales síntomas son:
Dependiendo del tipo de ictus las causas son diferentes:
Ictus isquémico
La isquemia es la falta de circulación de sangre con oxígeno por una obstrucción de alguna de las arterias del cerebro.
Pueden presentarse dos casos:
Trombosis
En la mayor parte de los casos la obstrucción está producida por la presencia de placas de ateroma, lo que llamamos aterosclerosis (un tipo de arteriosclerosis producida por placas de colesterol).
La arteriosclerosis es como un envejecimiento de las arterias que se vuelven rígidas, en un proceso progresivo que consiste en la acumulación de colesterol, calcio y otras grasas en la pared de las arterias.
En ciertas zonas de las arterias el estrechamiento puntual es más intenso, llegando a tapar casi por completo el paso de sangre al cerebro.
Si en la zona obstruida por placas de ateroma se pegan acúmulos de plaquetas, se llegan a formar coágulos (trombos), lo que llamamos trombosis cerebral.
Embolia
En otros casos, el trombo o coágulo llega desde otras zonas del organismo, generalmente desde el corazón.
Los trombos o coágulos se pueden soltar del sitio donde formaron inicialmente y producir una embolia.
Después, llegan a arterias más pequeñas por las que no pueden pasar y las taponan totalmente.
Estas embolias pueden haber migrado desde el corazón en diferentes situaciones (la más frecuente por una arritmia: la fibrilación auricular) o desde otras arterias como la carótida que está en el cuello.
Tanto la trombosis como la embolia son muy graves, ya que pueden evolucionar a la muerte de las células cerebrales implicadas en la isquemia (infarto cerebral) y la pérdida irreversible de las mismas.
Ictus hemorrágico
En otras ocasiones, lo que se produce es la rotura de una arteria cerebral (por aneurismas o por hipertensión arterial).
La hemorragia intracerebral también llamada hemorragia subaracnoidea que se produce no puede liberarse al exterior ya que el cerebro está encerrado en el hueso del cráneo.
Por ello la sangre presiona lo más blando, el cerebro, produciendo la falta de oxigenación de la zona y las lesiones subsecuentes de los tejidos (isquemia cerebral).
Las causas más frecuentes de rotura de una arteria cerebral son:
Crisis de hipertensión arterial o crisis hipertensiva.
Ruptura de un aneurisma cerebral. Un aneurisma es una dilatación permanente de una arteria causada por la debilidad de su pared.
Los factores de riesgo de producir un ictus o accidente cerebro vascular isquémico (trombosis o embolia) son:
Los factores de riesgo de producir un ictus o accidente cerebro vascular hemorrágico son:
En niños pequeños y adolescentes se pueden presentar accidentes cerebrovasculares aunque son muy poco comunes.
Las principales causas de los ACV en etapas tempranas de la vida se relacionan con enfermedades congénitas del corazón o de los vasos sanguíneos, problemas con la coagulación de la sangre, infecciones severas y enfermedades autoinmunes que comprometen gravemente la salud de las personas jóvenes.
Después de un interrogatorio detallado de la secuencia y tiempo de aparición de los síntomas y un examen físico con énfasis en un examen neurológico completo, lo más importante al sospechar un ACV es definir si es isquémico o es hemorrágico.
Esto es vital porque en caso de que los síntomas lleven más de tres horas o de que se detecte una hemorragia cerebral se descartan por completo los tratamientos en los que se intente romper un coágulo.
Para esto, las imágenes diagnósticas son imprescindibles y cada vez más precisas.
La Escanografía o Tomografía Computarizada (TC) de cerebro es muy valiosa para iniciar un tratamiento rápido porque permite hacer un diagnóstico muy rápido y es un examen fácilmente disponible y barato.
La Resonancia Nuclear Magnética también es muy útil y detecta daños del cerebro con mucho mayor detalle incluso minutos después del ACV.
En caso de escucharse un soplo en el cuello, se sospecha una estenosis de la arteria carotídea que se puede confirmar con una ecografía.
El tratamiento depende de la fase del accidente cerebro vascular (ACV):
Fase inicial o aguda:
Debe acudirse lo antes posible a un Hospital, ya que el ahorro de tiempo en comenzar el tratamiento mejora el pronóstico. Contacte rápidamente con su teléfono de Emergencias (112, 911, 061) para que le envíen el recurso asistencial adecuado.
Control de la vía aérea, oxigenación y tensión arterial, para asegurar una óptima oxigenación y perfusión de las células cerebrales.
Determinar si se trata de un ACV isquémico o hemorrágico para realizar el tratamiento específico en cada caso.
En caso de ACV isquémico:
Medicamentos que impidan la agregación plaquetaria (ácido acetilsalicílico o Aspirina®, ticlopidina, clopidogrel, dipiridamol, triflusal).
Trombolíticos por vía intravenosa para revertir rápidamente la obstrucción si el ACV tiene menos de tres horas de evolución: principalmente los activadores de plasminógeno hístico (tPA recombinante) alteplasa y tenecteplasa.
Si el problema es un embolismo a distancia (desde el corazón), se puede precisar de una anticoagulación permanente.
Control de la hipertensión arterial.
Control de las complicaciones: convulsiones, edema cerebral, etc.
Si el cuadro es hemorrágico puede precisar de su evacuación quirúrgica (no en todos los casos).
Fase de seguimiento:
En los cuadros de isquemia cerebral por arteriosclerosis de la arteria carotídea se realiza la endarterectomía de la arteria afectada.
Esta intervención se realiza a través de una incisión en el cuello, para acceder hasta la arteria carótida, se abre y se realiza una limpieza de las placas de ateroma que hay en su interior. Ver imagen siguiente:
En los últimos años se han desarrollado técnicas endovasculares para corregir la estenosis carotídea sin necesidad de cirugía abierta.
Son la angioplastia transluminal percutánea y la colocación de stents. La angioplastia es la dilatación de una arteria inflando un balón, a través de un catéter especial insertado por punción percutánea, a través de la arteria femoral.
El paciente está despierto y puede regresar a su domicilio en pocos días. El stent es una prótesis metálica, en forma de muelle que se coloca en la zona estrechada y al ejercer presión sobre la pared vascular mantiene la apertura de la luz.
Los aneurismas, malformaciones arteriovenosas, etc. que provocan una hemorragia intracerebral, pueden precisar una intervención quirúrgica posterior o una técnica endovascular para su tratamiento definitivo y evitar nuevas hemorragias cerebrales.
Medicamentos antiagregantes o anticoagulantes como los mencionados en la fase aguda. Se están investigando nuevos antitrombóticos cuyo mecanismo de acción suma a su acción antiagregante efectos anticoagulantes y fibrinolíticos.
Rehabilitación de las funciones afectadas, tanto motoras como de otro orden de la manera más rápida que sea posible.
Manejo de la ansiedad y depresión que suelen ocurrir ante las secuelas de un ACV.
Prevención secundaria para que no haya un nuevo ACV:
Se debe actuar sobre todos los factores de riesgo conocidos:
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