Se denomina dispepsia a la sensación de molestia leve, pesadez o dolor abdominal tras las comidas, sin causa conocida que presentan por lo menos dos de cada diez personas en el mundo de manera persistente, aunque se calcula que la mitad de las personas pueden llegar a sufrirla en algún momento de la vida.
Suele ser de evolución benigna, pero afecta de manera importante la calidad de vida y es una causa frecuente de preocupación por parte del paciente y de consultas médicas repetidas.
La dispepsia según los últimos criterios médicos (criterios Roma IV) se puede dividir en dos trastornos:
Se diagnostica dispepsia funcional cuando no se conoce la causa que provoca estas molestias abdominales y los síntomas se presentan durante seis meses o más.
Al parecer, las personas con dispepsia funcional tienen una digestión muy lenta y son demasiado sensibles a algunos alimentos irritantes, a varios medicamentos (hormonas, corticoides, tratamiento para el colesterol o triglicéridos altos, entre muchos otros) y al estrés emocional.
Además, la dispepsia afecta más a aquellas personas que:
La dispepsia secundaria a otras enfermedades gastrointestinales se confirma cuando sale una anormalidad en uno de los exámenes diagnósticos.
En general, los exámenes más útiles en dispepsia persistente son la gastroscopia y los exámenes de detección de Helicobacter pylori.
La toma de gastroscopia es diferente de país a país: Se realiza a diferentes edades y con diferentes indicaciones porque en cada país la edad y frecuencia de presentación de, por ejemplo, la úlcera péptica o el cáncer gástrico pueden variar.
Los síntomas principales son:
Alguno de estos síntomas debe estar presentes al menos 4 días al mes.
Además, estos síntomas se pueden acompañar de:
Estos síntomas pueden presentarse de forma persistente o aislada y estar relacionados o no con la ingesta de alimentos. La acidez (quemazón) y el reflujo o pirosis (regurgitación de ácido o alimento hacia la boca) se consideran síntomas específicos del reflujo gastroesofágico y requieren un enfoque diferente.
Existen síntomas idénticos o muy similares a la dispepsia en otras enfermedades no digestivas: insuficiencia cardiaca y algunas enfermedades pulmonares, hepáticas, pancreáticas y renales.
A veces, enfermedades sistémicas como la diabetes o los trastornos de la glándula tiroides tienen síntomas de dispepsia como parte de su cuadro clínico.
En estos casos, la adecuada evaluación médica es fundamental para hacer el diagnostico.
Algunos alimentos o estilos de vida pueden provocar la aparición de la dispepsia por lo que es recomendable realizar un estudio a cada paciente para tratar de minimizar los factores que más le afectan.
Es recomendable llevar por un tiempo un diario en donde se anoten los alimentos o incluso medicamentos relacionados con los síntomas molestos para poder evitarlos en el futuro.
Tranquilizarse, entendiendo la benignidad del cuadro de dispepsia funcional, también es importante.
Como recomendaciones básicas se debe:
Entre los fármacos que se pueden usar para tratar el problema se encuentran:
Es importante evitar la autoformulación o toma ocasional de antiácidos u otros medicamentos de venta libre, pues no resuelven el problema, confunden el diagnóstico y son un gasto innecesario. Además, todos los medicamentos tienen efectos secundarios que pueden ser peligrosos para la salud.
Si no hay mejoría con las pautas alimentarias y el manejo del estrés, se debe consultar al médico para buscar una causa secundaria si es necesario.
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