La fibrilación auricular y el flutter (aleteo auricular) son anomalías en el ritmo cardiaco en el que las aurículas (cámaras superiores del corazón) producen muchas pequeñas contracciones que no están sincronizadas con los ventrículos (cámaras inferiores del corazón).
Su nombre se debe a que se observan unas pequeñas ondas temblorosas en el electrocardiograma, correspondientes a estas contracciones de las pequeñas fibras musculares del corazón.
Las contracciones pueden ser muy frecuentes en la fibrilación auricular (de 300 a 600 por minuto) y algo menos en el flutter o aleteo auricular (de 250 a 300 por minuto).
Es la arritmia cardiaca que más frecuentemente se presenta en los servicios de urgencias y se asocia con la producción de ictus, insuficiencia cardiaca y muerte súbita.
Por estas razones, es importante determinar su diagnóstico y tratamiento lo más pronto posible.
Las cámaras superiores del corazón se llaman las aurículas y, en situación normal, se contraen en cada ciclo cardíaco de forma coordinada con las cámaras de abajo, o ventrículos.
En algunas personas puede ocurrir que las aurículas se contraigan mucho más a menudo, de dos a cuatro veces por cada contracción de los ventrículos. Esta situación se conoce como flutter o aleteo auricular.
También puede ocurrir que las paredes de las aurículas se contraigan de forma rápida, descoordinada e ineficaz, situación que se llama fibrilación auricular.
Tanto el flutter auricular como la fibrilación auricular pueden tener como principal resultado un fallo en la función de las aurículas que lleva a que en ellas se estanque sangre en cada latido, ya que no pueden vaciarse correctamente.
Esta sangre estancada en las aurículas puede ser causa de que se formen coágulos o trombos.
Si uno de estos trombos se suelta y llega por la sangre al cerebro, puede causar una trombosis cerebral (ictus isquémico).
Puede darse una fibrilación auricular en la enfermedad coronaria, en valvulopatías, en enfermedades del propio corazón (miocardiopatías), y en otras enfermedades, incluyendo el hipertiroidismo. También se puede dar sin causa aparente.
Entre los principales factores de riesgo para generar una fibrilación auricular están:
La fibrilación auricular y el flutter son arritmias que pueden producir consecuencias, por lo cual es muy importante su diagnóstico oportuno.
Más o menos el 25% de personas con fibrilación auricular no presentan ningún síntoma, principalmente los ancianos y las personas que han presentado la arritmia durante mucho tiempo.
Los principales síntomas que se pueden producir en alguien con estas arritmias son:
En el examen físico, el médico puede percibir la irregularidad del pulso y determinar el llamado “déficit de pulso”: la frecuencia cardiaca es menor en el pulso tomado en la muñeca o en el cuello que la frecuencia escuchada en el corazón (muchos pequeños latidos del corazón no alcanzan a pasar a las arterias periféricas).
También se podrían observar las venas del cuello más prominentes por la acumulación de sangre antes de las aurículas.
Las ondas anormales se detectan en un electrocardiograma ECG o en un registro Holter (electrocardiograma de 24 o 48 horas).
Sin embargo, hay personas que presentan los síntomas o los latidos anormales de manera muy esporádica.
En estos casos, es más apropiado realizar un examen más prolongado durante dos a cuatro semanas denominado telemetría ambulatoria: un electrocardiograma que se registra por medio de un teléfono fijo o móvil en el momento de los síntomas y se transmite al consultorio médico para determinar el tipo de arritmia que se esté presentado justo en ese momento.
Dependiendo del tiempo de presentación de estas ondas anormales, la fibrilación auricular se clasifica en:
Es importante intentar determinar la causa que produce esta arritmia, generalmente mediante un ecocardiograma o con otras pruebas apropiadas como las de función de la tiroides, el hígado y el riñón.
El tratamiento de la fibrilación auricular tiene tres objetivos:
Evitar embolismos, en especial, accidentes cerebrovasculares o ictus
Dependiendo del riesgo de formación de coágulos o trombos, se realizan diferentes tratamientos en la fibrilación y el flutter auricular.
En muchas personas, es suficiente el tratamiento con ácido acetilsalicílico (Aspirina®) u otros medicamentos antiagregantes plaquetarios, pero en otras ocasiones se necesitan medicamentos anticoagulantes orales como la warfarina y el dabigatrán o inyectables como las heparinas de bajo peso molecular.
En quienes tienen alto riesgo de ictus, como quienes ya lo han presentado o han tenido un accidente isquémico transitorio o sufren de enfermedades de las válvulas del corazón como la estenosis mitral, es necesario usar anticoagulantes siempre.
A veces se realiza una cirugía en una parte de la aurícula izquierda llamada orejuela que es donde más se producen coágulos. Quitándola, se reducen las trombosis y embolias.
Tratar la arritmia aguda
El tratamiento del episodio agudo de fibrilación auricular se trata en el servicio de urgencias con medicamentos antiarrítmicos endovenosos.
Si la presión arterial es muy baja o hay signos de insuficiencia cardiaca es necesario restaurar el ritmo normal mediante un pequeño choque eléctrico indoloro (cardioversión eléctrica) luego de realizar un ecocardiograma transesofágico para descartar la presencia de coágulos que puedan ser removidos por el choque eléctrico y lleguen a generar un ictus.
Tratar la arritmia a largo plazo
En general, la fibrilación y el flutter auricular deben tratarse, tratando la causa que las produjo.
A veces es necesario añadir ciertos medicamentos antiarrítmicos.
Otras opciones de tratamiento son:
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