Las cámaras superiores del corazón se llaman las aurículas, y en situación normal se contraen en cada ciclo cardíaco de forma coordinada con las cámaras de abajo, o ventrículos.
En algunas personas puede ocurrir que las aurículas se contraigan mucho más a menudo, de dos a cuatro veces por cada contracción de los ventrículos. Esta situación se conoce como flutter o aleteo auricular.
También puede ocurrir que las paredes de las aurículas se contraigan de forma rápida, incoordinada e ineficaz, situación que se llama fibrilación auricular.
Tanto el flutter auricular como la fibrilación auricular pueden tener como principal resultado un fallo en la función de las aurículas que lleva a que en ellas se estanque sangre en cada latido, ya que no pueden vaciarse correctamente. Esta sangre estancada en las aurículas puede ser causa de que se formen coágulos o trombos. Si uno de estos trombos se suelta y llega por la sangre al cerebro, puede causar una trombosis cerebral.
Puede darse una fibrilación auricular en la enfermedad coronaria, en valvulopatías, en enfermedades del propio corazón (miocardiopatías), y en otras enfermedades, incluyendo el hipertiroidismo. También se puede dar sin causa aparente.
La fibrilación auricular y el flutter son arritmias que pueden producir consecuencias. Si se detectan en un electro-cardiograma ECG o en un registro Holter, hay que intentar determinar la causa que las produjo, generalmente mediante un ecocardiograma o con otros tests apropiados. En general deben tratarse, tratando la causa que las produjo. A veces es necesario añadir ciertos medicamentos. Y en otras ocasiones es necesario restaurar el ritmo normal mediante un pequeño choque eléctrico indoloro (cardioversión eléctrica).
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