
Regurgitación
Los lactantes suelen regurgitar pequeñas cantidades de leche durante las tomas o después, cuando se les estimula a eructar.
A veces, la regurgitación excesiva puede ser un problema de sobrealimentación.
Otras veces puede ser debido a una alimentación demasiado rápida o a la deglución de aire.
Las recomendaciones para disminuir la regurgitación son:
- Dar de comer a los bebés antes de que tengan demasiada hambre.
- Ayudarlos a eructar un poco cada cinco minutos durante la toma de leche.
- Mantener la cabeza más alta que el cuerpo durante la comida.
- Usar biberones con tetinas más firmes y con agujeros más pequeños.
Vómitos
La aparición de vómitos puede indicar un trastorno más grave que la simple regurgitación, y si son muy pertinaces conviene estudiarlos. Los vómitos pueden ser signo de enfermedades o procesos como:
- Estenosis pilórica (estrechez del píloro, o válvula de vaciamiento del estómago en el duodeno).
- Reflujo gastroesofágico.
- Obstrucción intestinal alta por estrechez del duodeno o por un vólvulo (intestino retorcido sobre sí mismo).
- Enfermedades metabólicas.
- Infecciones leves como otitis o más serias como infecciones urinarias, sepsis o meningitis.
Lo más importante ante los vómitos persistentes es valorar que no haya deshidratación y consultar al médico en caso de imposibilidad de beber o deterioro rápido de la salud, así como si se presenta vómito de sangre o material verdoso (bilis).
Alimentación insuficiente
Los niños bien alimentados suelen encontrarse tranquilos o dormir poco después de recibir el alimento.
Los lactantes mal alimentados tienden a permanecer inquietos y se despiertan de 1 a 2 horas después de haber sido alimentados, dando la impresión de estar hambrientos. Estos signos de mala alimentación no son siempre evidentes o no son siempre apreciados por los padres.
Una ganancia de peso menor de 200-250 gramos/semana en un lactante menor de 4 meses se considera insuficiente.
Si ocurre, hay que revisar los componentes y las proporciones de la leche que toma el lactante. También puede ser un signo de la incapacidad de los padres (falta de preocupación o negligencia).
Los lactantes alimentados al pecho que no presentan una ganancia ponderal adecuada pueden ser pesados antes y después de varias tetadas para determinar su ingesta de leche con más precisión.
La dieta del lactante que recibe lactancia materna puede ser suplementada con una leche artificial adecuada y con cereales dependiendo de la edad.
Sobrealimentación
Es mucho más frecuente que ocurran aumentos de peso demasiado rápidos, objetivables en las curvas de crecimiento.
Signos indirectos de sobrealimentación son también el llanto y la regurgitación excesiva después de las comidas.
Dado que los problemas de obesidad podrían empezar con una alimentación excesiva durante la lactancia, los intentos por controlar la velocidad de aumento ponderal podrían ser de gran valor, sobre todo en los casos en que ambos progenitores son obesos (y, por tanto, existe un 80% de probabilidades de que el niño también lo sea).
Diarrea
El lactante normal puede tener deposiciones blandas frecuentes que no deben preocupar. Los lactantes alimentados al pecho tienden a presentar deposiciones frecuentes y espumosas, en especial si no reciben alimentos sólidos.
El comienzo súbito de una diarrea con vómitos, heces sanguinolentas, fiebre, falta de hambre o indiferencia puede deberse a una infección.
Una diarrea de bajo grado que persista durante semanas o meses puede ser consecuencia de distintas enfermedades. Algunas de ellas son:
- Enteropatía inducida por el gluten (enfermedad celíaca). El gluten (la proteína del trigo) induce una mala absorción de las grasas que da lugar a desnutrición, y heces voluminosas y malolientes.
- Fibrosis quística (mucoviscidosis). La insuficiencia del páncreas aumenta las pérdidas fecales de proteínas y grasas, con los consiguientes desnutrición y retraso del crecimiento. Las heces son voluminosas y a menudo malolientes.
- Malabsorción de azúcares (Intolerancia a la lactosa). Produce diarrea que mejora al retirar la lactosa de la alimentación.
- Gastroenteropatía alérgica. Cuando el lactante es alérgico a una o varias de las proteínas de la leche (alfa-lactoalbúmina, beta-lactoglobulina, caseína, etc.), la toma de leche puede dar lugar a diarrea, a menudo asociada a vómitos y presencia de sangre en las heces. Los síntomas suelen ceder con rapidez cuando se introduce una fórmula basada en la soja y reaparecen al hacer una provocación con leche de vaca. Estos niños tienden a mejorar espontáneamente después de cumplir su primer año de vida.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico