La cirugía de la obesidad debería plantearse únicamente en casos seleccionados de obesidad mórbida (obesidad patológica grave).
El riesgo operatorio de todas las intervenciones es similar. La mortalidad no es elevada, y la causa más frecuente de muerte no está relacionada con la técnica sino con el embolismo pulmonar, otras complicaciones médicas (pulmón, corazón, etc.) y el grado de obesidad.
La obesidad mórbida es muy difícil de curar y el tiempo ha demostrado que con medicinas e incluso con la cirugía es una enfermedad muy "resistente" a todos los tratamientos. Generalmente las intervenciones sencillas tienen un alto índice de fracaso a largo plazo. Las intervenciones actuales pueden hacer perder el 50% del sobrepeso, y ayudar mucho al resto, y sus efectos a menudo duran de por vida.
Muchas operaciones, sin embargo, no lo consiguen, y además afectan a la calidad de vida del operado. En algunas operaciones es frecuente tener que reoperar por fallar la técnica en la pérdida de peso.
Indicaciones. No todos los obesos son iguales y, por lo tanto, tampoco se les debe hacer la misma intervención. Los pacientes más obesos (los superobesos) necesitan la operación más agresiva que haga posible, de la forma más efectiva, su vuelta a la normalidad. En los algo menos obesos, el bypass gástrico es la intervención más utilizada, generalmente por laparoscopia.
La pérdida de peso no es inmediata sino lenta y progresiva.
Va a depender del grado de severidad de la obesidad. Cuanto más obeso, más peso se pierde y también mas peso tiene que perder. Puede ser de 5-8 Kilos por mes al principio para irse reduciendo cuando pasan los meses y el peso a perder ya es menor.
Es muy difícil bajar hasta el peso ideal. El mejor resultado con todo tipo de operaciones es cuando el/la paciente queda pesando al menos un 10% por encima del peso ideal. Ningún cirujano puede predecir el peso final con ninguna de las operaciones. Las variaciones individuales son tan grandes que no hay uniformidad ni con el mismo tipo de operación.