El vitiligo es una enfermedad autoinmune que se presenta como manchas blancas en la piel, por ausencia de melanina, el pigmento que da color a la piel. Aparece en ambas partes del cuerpo de forma simétrica o en espejo.
Es una enfermedad benigna que solamente afecta a la piel, aunque debido al aspecto antiestético que provoca puede llegar a causar problemas psicológicos a quien la padece.
El vitíligo se produce por una destrucción de los melanocitos (células que almacenan melatonina) de la piel y las mucosas. La melanina es la proteína que determina el color de la piel, los ojos y el pelo producida por unas células llamadas melanocitos. Si estas células se dañan no se produce la melanina necesaria y la piel permanece blanca.
Es una enfermedad hereditaria que se hereda de forma autosómica dominante por lo que basta con heredar los genes alterados del padre o de la madre para poder padecer la enfermedad.
Aparece con mayor frecuencia si existen otras enfermedades asociadas:
Las principales teorías sobre las causas de la desaparición de los melanocitos son:
El vitíligo afecta a 2 de cada 100 personas, la mitad de ellas con síntomas antes de los 20 años. En 1 caso de cada 5 aparece un familiar directo con el mismo problema.
No existe un predominio racial ni de edad claro, aunque es frecuente en el adulto joven.
Se manifiesta en forma de aparición de manchas acrómicas (blancas) de diferentes tamaños y formas, que pueden estar aisladas o llegar a confluir entre sí. Están bien delimitadas, y son de superficie lisa. Aunque hay formas muy localizadas, la mayor parte son diseminadas.
Suele afectar más a ciertas áreas de la piel como las manos, los brazos, los pies, la cara, los labios o el pene y es progresiva con el tiempo.
Las manchas son de evolución impredecible, algunas se repigmentan espontáneamente y otras en cambio son persistentes y rebeldes a todo tratamiento.
El pelo del cabello, cejas y pestañas puede llegar a despigmentarse si existen manchas confluyentes con ellos.
El diagnóstico no ofrece problema, ya que es evidente, aunque debe hacerse un diagnóstico diferencial con otras enfermedades que cursan con despigmentación como:
No existe actualmente un tratamiento efectivo al 100 % y dependerá de las circunstancias de cada paciente.
Si las manchas son pocas, pequeñas y estables, la tendencia es a no tratarlos, pero siempre con la salvedad de proteger las manchas del sol, ya que al no tener melanocitos, esas áreas pueden quemarse con gran facilidad. En este tipo de pacientes, los tratamientos con cremas cosméticas pueden ser suficientes.
Si por cantidad y extensión de las manchas, por su efecto antiestético u por otras razones se decide tratarlas, hay múltiples métodos para hacerlo, pero ninguno ha demostrado una efectividad al 100%.
Un aspecto a no olvidar es la psicoterapia siempre que el cuadro esté afectando al comportamiento del individuo. En muchos casos requieren incluso tratamiento médico contra la ansiedad y la depresión.
La evolución es impredecible de un enfermo a otro. Hay algunas manchas que se repigmentan espontáneamente, otras aumentan su extensión y, la mayor parte, quedan estables.
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