Además de los problemas pulmonares y cardiacos que suelen ser los más conocidos, los prematuros pueden estar expuestos a otros problemas por la inmadurez y falta de desarrollo de sus órganos.
Se puede producir en los primeros días de los prematuros de menos de 34 semanas. Si la hemorragia es pequeña se resuelve y no deja lesiones pero si es grande se produce un aumento de presión en las cavidades centrales del cerebro (ventrículos cerebrales), y dar problemas por la compresión del cerebro que si no se resuelve rápido dejará secuelas permanentes. Se puede diagnosticar por ecografía y se resuelven con un drenaje de los ventrículos que impida que aumente la presión de la sangre sobre el cerebro. Si el acumulo es pequeño puede tratarse con ciertos medicamentos y control ecográfico de la evolución.
Durante el embarazo el feto tiende a acumular hierro en depósitos para utilizarlos tras el nacimiento en la producción de glóbulos rojos o eritrocitos. Si el parto se adelanta es almacenaje no se ha realizado en su totalidad y por ello el bebé tendrá una anemia ferropénica. La falta de glóbulos rojos activos para el transporte de oxígeno empeora otras situaciones de falta de funcionamiento pulmonar o cardiaco, por lo que agrava la situación del prematuro.
El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre y se trata con suplementos de hierro, estimuladores de la formación de eritrocitos (EPO), o en casos graves con transfusiones de sangre.
La inmadurez y la falta de irrigación sanguínea pueden afectar al tejido intestinal del bebé prematuro, ya que deja expuesto este tejido a las bacterias intestinales sin una defensa del propio tejido intestinal contra ellas.
Se puede provocar de esta forma una alteración intestinal a las 2 ó 3 semanas del parto que no absorbe las comidas y produce una diarrea persistente.
Mediante estudios en sangre y radiografías se llega al diagnóstico y se trata con antibióticos y alimentación parenteral (endovenosa) para dejar descansar y recuperarse a la mucosa intestinal. En casos graves la lesión es intensa y no recuperable, siendo precisa la cirugía para cortar la parte intestinal inutilizada para dejar la sana o recuperada.
En estos casos que suelen ser en bebés prematuros de menos de 32 semanas, la inmadurez y lesión se presentan en el tejido de la cornea del ojo.
Se presenta un crecimiento exagerado de venas en el ojo, y hemorragias en la retina, quedando cicatrices en la misma con resultado de visión borrosa o inclusive ceguera.
Se diagnostica mediante un oftalmoscopio y exploración del interior del ojo.
El tratamiento es conservador y la evolución suele ser buena en la mayor parte de los casos. En los que queden lesiones, y para que no se extiendan, se pueden aplicar técnicas para aislar zonas sin lesión (láser, crioterapia) en la retina y mantener cierta visión conservada.
El sistema inmunológico o de defensas también está inmaduro y por ello el bebé prematuro está expuesto y más susceptible a diferentes virus y bacterias.
Así suelen tener cuadros de neumonías, meningitis, o infecciones generales o sepsis que le pueden afectar más que a un recién nacido normal por las complicaciones de los otros órganos inmaduros.
El tratamiento preventivo de aislamiento de los prematuros es fundamental con el equipo sanitario y con la familia del bebé prematuro.
Si ya tiene la infección se tratará con antibióticos, medicamentos antivirales y otros medicamentos sintomáticos necesarios en cada caso.